Salvador, es el padre de la jovén promesa almeriense José Maria Pérez Beltrán.
Salvador Pérez
CANTO A MI PADRE
La historia, vieja, desmemoriada y cruel,
se olvidó de ti,
con desatenta sonrisa
pretende dejarte como placa
el mármol que acabe tus horas,
pero yo,
he venido a hacerte justicia, PADRE,
Piyayo de las poesías,
llevabas el verbo caliente
a la manos ciegas,
que te golpeaban
como rotundas puertas.
Artífice y obra
buscando el guiño cómplice,
siempre escurridizo.
TENGO LA RABIA DEL NIÑO AGRAVIADO
Y EL DESCONSUELO DE LOS ASILOS.
Te recuerdo en tertulias de aguachirle,
queriendo las formas, en boina y bastón,
y buscando palmas mercenarias.
¡Migajas de Lázaro!
No necesitas de fétidos alientos,
ni corazones miopes,
PORQUE TÚ, ERES BRISA, OLA DE MAR,
BESO CERTERO, LUNA DE MAYO…
Si, tengo pena y cólera,
de hijo dolido, PORQUE SOY ESE.
ello ya lo anticipé.
¡Oh Dios! ( el vocativo no implica nadie ).
Ahora, en este momento que ya es otro,
tu armadura de guerrero implacable
se marchita junto a tu corazón de lobo
y a tu ya mencionado de poeta.
Esta terna, algo dice de ti, no todo.
Fuiste don quijote,
tuviste molinos y Dulcinea,
y fuiste Sócrates,
tuviste cicuta y traición.
Supiste amar con tesón y sin medida,
por ello, tus descendientes sabemos besar,
y tu mujer y mi madre, no te desprecia,
casi nada es caprichoso,
tú y yo lo sabemos.
En tus profundos ojos, acaso,
he visto el resentimiento
de un alma soñadora atrapada
por invisibles cadenas de obediencia.
Podría mentir,
y decir, que he hablado a tu dios
para que la nave de ultra cielos
rompa con su quilla todas las estrellas
y te lleve a tus prados de amapolas líricas,
pero no he sabido, por ello reconstruyo esta estrofa,
que fue final de otro, menos infausto y mas increíble.
No he de hablar de lo que desconozco,
no tengo costumbre del Otro Lado.
¡Aquí, y ahora, en la tierra, con todo
desnudo mi corazón,
que desangra
rodeado de zumbidos y voracidad de moscas!
En el ápice de eternidad que alcanza
desde el alba del cadalso
hasta el ocaso del gólgota
te habré susurrado estas palabras;
Inevitablemente, sin buscarlo,
estarán todos,
no han faltado a la cita
de la sangre y la espada en siglos,
así,
algo también se ha de modificar
en la reinventada historia de los hombres.
SOLDADO, ME DISTES LA VIDA Y LA MANO.
HE AQUÍ TU NOMBRADÍA,
ESTA ODA, Y MI VENGANZA.
se olvidó de ti,
con desatenta sonrisa
pretende dejarte como placa
el mármol que acabe tus horas,
pero yo,
he venido a hacerte justicia, PADRE,
Piyayo de las poesías,
llevabas el verbo caliente
a la manos ciegas,
que te golpeaban
como rotundas puertas.
Artífice y obra
buscando el guiño cómplice,
siempre escurridizo.
TENGO LA RABIA DEL NIÑO AGRAVIADO
Y EL DESCONSUELO DE LOS ASILOS.
Te recuerdo en tertulias de aguachirle,
queriendo las formas, en boina y bastón,
y buscando palmas mercenarias.
¡Migajas de Lázaro!
No necesitas de fétidos alientos,
ni corazones miopes,
PORQUE TÚ, ERES BRISA, OLA DE MAR,
BESO CERTERO, LUNA DE MAYO…
Si, tengo pena y cólera,
de hijo dolido, PORQUE SOY ESE.
ello ya lo anticipé.
¡Oh Dios! ( el vocativo no implica nadie ).
Ahora, en este momento que ya es otro,
tu armadura de guerrero implacable
se marchita junto a tu corazón de lobo
y a tu ya mencionado de poeta.
Esta terna, algo dice de ti, no todo.
Fuiste don quijote,
tuviste molinos y Dulcinea,
y fuiste Sócrates,
tuviste cicuta y traición.
Supiste amar con tesón y sin medida,
por ello, tus descendientes sabemos besar,
y tu mujer y mi madre, no te desprecia,
casi nada es caprichoso,
tú y yo lo sabemos.
En tus profundos ojos, acaso,
he visto el resentimiento
de un alma soñadora atrapada
por invisibles cadenas de obediencia.
Podría mentir,
y decir, que he hablado a tu dios
para que la nave de ultra cielos
rompa con su quilla todas las estrellas
y te lleve a tus prados de amapolas líricas,
pero no he sabido, por ello reconstruyo esta estrofa,
que fue final de otro, menos infausto y mas increíble.
No he de hablar de lo que desconozco,
no tengo costumbre del Otro Lado.
¡Aquí, y ahora, en la tierra, con todo
desnudo mi corazón,
que desangra
rodeado de zumbidos y voracidad de moscas!
En el ápice de eternidad que alcanza
desde el alba del cadalso
hasta el ocaso del gólgota
te habré susurrado estas palabras;
Inevitablemente, sin buscarlo,
estarán todos,
no han faltado a la cita
de la sangre y la espada en siglos,
así,
algo también se ha de modificar
en la reinventada historia de los hombres.
SOLDADO, ME DISTES LA VIDA Y LA MANO.
HE AQUÍ TU NOMBRADÍA,
ESTA ODA, Y MI VENGANZA.
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